Cada vanguardia artística en cierta medida es responsable y dependiente de uno o más formatos y dispositivos que le transmiten una identidad.  Las exploraciones en el área de la imagen en movimiento han pasado por el trabajo de alteración de los materiales, la película, el medio de proyección e innumerables factores más. Dörte Zbikowski* (Dörte Zbikowski – Painting, the Power of Illusion and the Moving Pictures ) plantea que los artistas del cinema experimental de los 60 no estaban tan interesados en crear películas como en explorar el medio, y esto tiene sentido en la escena actual del arte digital experimental, donde la mayor parte del tiempo se sabe lo que no se quiere hacer pero no tanto lo que se quiere hacer.

En el cinema digital creado en el marco del arte digital el aspecto más claro de las obras es la experimentación, pero también es claro que la necesidad de relación con las audiencias motiva la creación de productos entendibles y  más narrativos.

La experimentación ocurre en varias esferas, y es difícil ubicar los productos que están marcando logros que valgan la pena, la proliferación de los dispositivos de imagen, cámaras digitales, software, ordenadores, internet, hacen que la escena artística se vea bombardeada con producciones que en su mayor parte no tienen conceptos estéticos o creativos de base, respecto a la imagen, aunque sí los tengan en relación al código que se usa para obtener las imágenes.

En una conversación con el compositor mexicano Edgar Barroso (Harvard University Department of Music), se planteó el caso de la proliferación de festivales y eventos de música electroacústica, donde es claro que muchos de los concertistas no han recibido formación académica musical, y sin embargo son aceptados porque sus códigos de creación son novedosos y aportan nuevas situaciones que contribuyen al desarrollo de la tecnología musical.  Por ejemplo, quien atrapa el ruido producido por las frecuencias televisivas y lo sintetiza con parámetros contenidos en los objetos de un software de programación visual.   Obviamente estos logros podrían ser catalogados como “efectos”, que con suerte engrosarán la lista de herramientas de algún software.

No podríamos decir que estas piezas tengan algún valor musical y sin embargo el código que le subyace si puede aportar algo a la historia de la música.  También subrayo que la novedad tiende pronto a desaparecer avasallada por las reutilizaciones y variaciones al mismo motivo, y sólo cuando adquiere algún significado cambia de categoría para convertirse en una frase más dentro de un lenguaje, por ejemplo el fade out y los recuerdos en el lenguaje del cinema.

Esta ambigüedad en el contexto de producción de nuevos materiales es algo  inherente a lo experimental, si bien el uso del código marca muchas diferencias respecto a lo que ocurría en los 60.  En la actualidad el software y el hardware son menos costosos y permiten la simulación, las redes de distribución se pueden acceder desde casa y si bien en los 60 se adolecía de canales de distribución faltos de criterio en la actualidad se peca por tener canales saturados de contenidos en donde la proliferación hace que sea casi imposible la búsqueda y selección efectiva.

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